domingo, 2 de agosto de 2009

Gracias, Reverte

Gracias por desfogarte públicamente. Gracias por expresar dun xeito tan cristalino a desidia, a dececpción e o asco que sentimos a maioría dos cidadáns con esta clase política que nos toca sufrir.

Co permiso de Reverte, destacamos algúns dos puntos que máis nos descompoñen.

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Patente de corso, por Arturo Pérez-Reverte-->
ESA GENTUZA

Paso a menudo por la carrera de San Jerónimo, caminando por la acera opuesta a las Cortes, y a veces coincido con la salida de los diputados del Congreso. Hay coches oficiales con sus conductores y escoltas, periodistas dando los últimos
canutazos junto a la verja, y un tropel de individuos de ambos sexos, encorbatados ellos y peripuestas ellas, saliendo del recinto con los aires que pueden ustedes imaginar. No identifico a casi ninguno, y apenas veo los telediarios; pero al pájaro se le conoce por la cagada. Van pavoneándose graves, importantes, seguros de su papel en los destinos de España, camino del coche o del restaurante donde seguirán trazando líneas maestras de la política nacional y periférica. No pocos salen arrogantes y sobrados como estrellas de la tele, con trajes a medida, zapatos caros y maneras afectadas de nuevos ricos.
Oportunistas advenedizos que cada mañana se miran al espejo para comprobar que están despiertos y celebrar su buena suerte. Diputados, nada menos. Sin tener, algunos, el bachillerato. Ni haber trabajado en su vida. Desconociendo lo que es madrugar para fichar a las nueve de la mañana, o buscar curro fuera de la protección del partido político al que se afiliaron sabiamente desde jovencitos. Sin miedo a la cola del paro. Sin escrúpulos y sin vergüenza. Y en cada ocasión, cuando me cruzo con ese desfile insultante, con ese espectáculo de prepotencia absurda, experimento un intenso desagrado; un malestar íntimo, hecho de indignación y desprecio. No es un acto reflexivo, como digo. Sólo visceral. Desprovisto de razón. Un estallido de cólera interior. Las ganas de acercarme a cualquiera de ellos y ciscarme en su puta madre. Sé que esto es excesivo. Que siempre hay justos en Sodoma. Gente honrada. Políticos decentes cuya existencia es necesaria. No digo que no. Pero hablo hoy de sentimientos, no de razones. De impulsos. Yo no elijo cómo me siento. Cómo me salta el automático. Algo debe de ocurrir, sin embargo, cuando a un ciudadano de 57 años y en uso correcto de sus facultades mentales, con la vida resuelta, cultura adecuada, inteligencia media y conocimiento amplio y razonable del mundo, se le sube la pólvora al campanario mientras asiste al desfile de los diputados españoles saliendo de las Cortes.
Cuando la náusea y la cólera son tan intensas. Eso me preocupa, por supuesto.
Sigo caminando carrera de San Jerónimo abajo, y me pregunto qué está pasando.
Hasta qué punto los años, la vida que llevé en otro tiempo, los libros que he
leído, el panorama actual, me hacen ver las cosas de modo tan siniestro. Tan
agresivo y pesimista. Por qué creo ver sólo gentuza cuando los miro, pese a
saber que entre ellos hay gente perfectamente honorable. Por qué, de admirar y
respetar a quienes ocuparon esos mismos escaños hace veinte o treinta años, he
pasado a despreciar de este modo a sus mediocres reyezuelos sucesores. Por qué
unas cuantas docenas de analfabetos irresponsables y pagados de sí mismos, sin
distinción de partido ni ideología, pueden amargarme en un instante, de este
modo, la tarde, el día, el país y la vida. Quizá porque los conozco, concluyo.
No uno por uno, claro, sino a la tropa. La casta general. Los he visto durante
años, aquí y afuera. Estuve en los bosques de cruces de madera, en los callejones sin salida a donde llevan sus irresponsabilidades, sus corruptelas, sus ambiciones. Su incultura atroz y su falta de escrúpulos. Conozco las consecuencias. Y sé cómo lo hacen ahora, adaptándose a su tiempo y su momento.
Lo sabe cualquiera que se fije. Que lea y mire. Algún día, si tengo la cabeza lo
bastante fría, les detallaré a ustedes cómo se lo montan. Cómo y dónde comen y a
costa de quién. Cómo se reparten las dietas, los privilegios y los coches oficiales. Cómo organizan entre ellos, en comisiones y visitas institucionales que a nadie importan una mierda, descarados e inútiles viajes turísticos que pagan los contribuyentes. Cómo se han trajinado –ahí no hay discrepancias ideológicas– el privilegio de cobrar la máxima pensión pública de jubilación tras sólo 7 años en el escaño, frente a los 35 de trabajo honrado que necesita un ciudadano común. Cómo quienes llegan a ministros tendrán, al jubilarse, sólidas pensiones compatibles con cualquier trabajo público o privado, pensiones vitalicias cuando lleguen a la edad de jubilación forzosa, e indemnizaciones mensuales del 100% de su salario al cesar en el cargo, cobradas completas y sin hacer cola en ventanillas, desde el primer día. De cualquier modo, por hoy es suficiente. Y se acaba la página. Tenía ganas de echar la pota, eso es todo. De desahogarme dándole a la tecla, y es lo que he hecho. Otro día seré más coherente. Más razonable y objetivo. Quizás. Ahora, por lo menos, mientras camino por la carrera de San Jerónimo, algunos sabrán lo que tengo en la cabeza cuando me cruzo con ellos.

2 comentarios:

  1. Home, xa vos botaba en falta. Ainda que o señor Perez-Reverte non me encanta, e non sempre concordo con el, nesta ocasión suscribo todas e cada unha das suas palabras. Estamos fartos, estamos cabreados, estamos decepcionados, estamos ata as narices, estamos desencantados, estamos escandalizados e estamos cansos de tanta demagoxia barata por parte dos señores os que eleximos para que nos gobernen, non para que gobernen e lexislen para eles, para os seus intereses e para os dos seus partidos.
    Estamos fartos de que adulteren a democracia, de que se sirvan de nós para medrar e para encher os seus bolsillos. Queremos que os nosos impostos se invirtan en nós, na sociedade, que somos todos os que formamos o estado español, que non solo eles son ciudadanos e teñen dereitos. Lexislen para toda a sociedade e vivan como vivimos o resto dos mortales. Cando asi o fagan e posible que a brecha que existe entre a clase política( os poderosos ) e o pobo llano (a maioria dos españolitos, obreiros e traballadores) desapareza. Mentras, espero que máis Revertes se sumen a denuncia pública dos abusos de poder os que asistimos nos ultimos anos. E os blog coma este, nos que podemos decir libremente o que opinamos, sen censuras e sen demagoxias partidistas

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